sábado, 26 de octubre de 2013

Idiomas, Padres y Pereza


Aquí hablan todos dos idiomas?

Por lo menos deberíamos.
Pues tienen suerte, porque cambiar de lengua frecuentemente mejora la función ejecutiva de su cerebro y protege contra el alzheimer.

Me lo dijeron aquí Chomsky (7/VI/1991) y el neurólogo catalán Fuster (4/I/2007), quien descubrió esa función ejecutiva.
Digamos que la función ejecutiva nos ayuda a tomar decisiones. Y los políglotas la ejercitamos continuamente al elegir entre palabras y estructuras de dos o más lenguas.

¿Y si hablamos dos lenguas a los bebés?
Si usted tiene la suerte de tener una lengua materna diferente de la de su pareja, hablen a sus hijos desde bebés cada uno en la suya. Los niños bilingües saben adaptarse mejor a los cambios en las reglas de cualquier código y, por tanto, a las de la vida.

Se creía que el bilingüismo confunde.
La pereza y la negación de la diversidad se disfraza de muchas formas: a veces de patriotismo; y otras de ese cosmopolitismo extraviado que preconiza la desgracia que sería para la humanidad reducir la riquísima diversidad evolutiva de siete mil lenguas humanas a una sola universal.

¿Por qué nos conviene hablar idiomas?
Porque nuestro cerebro ha evolucionado para hablar muchas y, si no se ejercita, decae. Hablar nada más una no es natural. Piense que sólo en Nueva Guinea se habla más de un millar de lenguas de sesenta familias tan diversas entre sí como el chino y el vasco.

Pero cambiar de lengua cansa.
Y al evitarnos ese esfuerzo políglota y reducirnos al monolingüismo nos pasa como a las sociedades tradicionales cuando se civilizan y evitan el ejercicio y adoptan nuestros hábitos de azúcar, grasa y pereza, y por eso enferman de nuestra obesidad y diabetes.

¿Qué más podemos aprender de las sociedades tradicionales?
A transportar a los bebés de forma que siempre tengan el mismo campo visual que el adulto, porque así mejoran su desarrollo cognitivo. Y educarlos en familia extensa, porque el trato frecuente con diferentes adultos aumenta su inteligencia emocional.

Papás y una tele: la tontísima trinidad.
Y permitan a los niños que arriesguen, se equivoquen y asuman las consecuencias. En esas sociedades les dejaban aprender de sus propios errores. Nosotros los sobreprotegemos. Por eso, hoy sus cuerpos se estiran, pero sus mentes maduran mucho más tarde.

Jared Mason Diamond, 10 de septiembre de 1937 (76 años), es un autor estadounidense de literatura científica, biólogo,fisiólogo evolucionista y biogeógrafo. Doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Actualmente es profesor de geografía en la Universidad de California en Los Ángeles.

domingo, 13 de octubre de 2013

Leer y reflexionar



Mañana Primaveral de un Domingo como tantos. Ultimamente busco notas y frases que me lleguen profundo y me empujen a meditar, aunque sea por un ratito, sobre el sentido de vivir. Dejo, en este post, el final de una entrevista cuyo contenido me incomoda y me provoca un movimiento introspectivo.




-Entonces, Lía, ¿le quedan objetivos o sueños pendientes?
–No, ahora estoy con mis pensamientos y estudio mucho, muchísimo, filosofía. En este momento estoy estudiando a Spinoza y muy concentrada en su teoría, porque es el tipo de filosofía que corresponde al modelo que implemento, un modelo unitario, que implica que no solo tengo un cuerpo, sino que soy un cuerpo. Hay conflictos que se resuelven pensando en la vida como proceso, en la vida como una totalidad.
–Habla del cuerpo, de la mente. ¿Y el alma? ¿Cuál es su concepción sobre el alma?
–Como dije antes, no tengo un cuerpo, sino que soy un cuerpo. Soy una totalidad que tiene la posibilidad de expresarse a través de esto que sería el pensamiento o los sentimientos. Un presocrático, Aristarco de Samos, decía que el alma es un acorde, y que hay una combinación que tiene que darse para que el cuerpo, que es el instrumento, suene bien. El alma no es un hálito divino, sino un acorde que surge como una combinatoria de los elementos corporales, y cuando alguien se muere, se acabó el alma. No creo en el más allá. Polvo eres y en polvo te convertirás.

Lía Ricón es directora de Docencia del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (INEBA); miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA); profesora titular del Departamento de Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires; profesora titular de Salud Mental IV de la Universidad Favaloro y directora de la carrera de médicos especialistas en Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UBA.

FD



"Don't spend it all in one place.


If I hadn't spent it all in one place, I wouldn't be here right now."


And what place did you spend it?


"Fast women and slow horses."




viernes, 4 de octubre de 2013

No me gusta Oir excusas



Desgraciado el que se calla Desgraciado el que se calla
pobrecito el silencioso
que castigo doloroso cuando la vergüenza falla
quien tiene que muestre agalla y me diga que no es cierto
que el vivo que vive muerto aferrado a su tembleque
siempre espera que se seque para ir a regar el huerto


No me gusta oír excusas No me gusta oír excusas
porque no soy confesor
tan solo soy decidor sin fusa ni semifusa
vivo sacando pelusas del rincón de los olvido
si sufro por ser sufrido soñador de la justicia
peleo por la delicia de no vivir sometido

miércoles, 2 de octubre de 2013

Entrevista del Dia



Daniel Marguerat, doctor en Teología, estudioso del Juicio Final



Somos los herederos de un cristianismo medieval que ha creado muchas fantasías sobre el infierno.

... Que ha utilizado el miedo al infierno.

Sí, un chantaje religioso para controlar a sus fieles, pero la Biblia no describe ningún infierno con gente cociéndose en un olla rodeada de demonios.

Es un miedo que se va actualizando.

Dicen los psicoanalistas que esa angustia medieval encuentra en nosotros un aliado porque corresponde a nuestras propias culpabilidades.

¿Cómo es su Juicio Final?

El texto nos dice que un buen día tendremos que dar cuentas de nuestra vida en primera persona, es una llamada a la responsabilidad, todo lo contrario de una infantilización mediante el chantaje religioso.

¿Qué implica ese Juicio si ya no se pueden subsanar los errores?

Dios nos plantea cuestiones sobre cómo gestionamos nuestra vida, cuáles son las consecuencias de nuestros actos y nuestras palabras: qué construyen. Eso es lo importante. La Biblia, contrariamente a los pórticos de nuestras iglesias románicas, no describe el Juicio porque no es importante.

Me sorprende usted.

El cuarto Evangelio dice "no esperéis a después de la muerte", porque es hoy cuando se está decidiendo si tu vida es una vida eterna o una vida superficial que no deja rastro.

No estar a la altura es el tormento.

Hay en cada uno de nosotros una parte inexpugnable de la que nadie puede disponer, un yo soy al que nadie puede acceder excepto Dios. No se repetirá jamás lo bastante fuerte: nadie puede disponer de lo que, de manera última, es el ser humano, ni tampoco encerrarlo en un saber definitivo. El juez más feroz es el que llevamos dentro.

Eso si se tiene la conciencia entrenada.

Creer en un Dios que juzga me libera de este juez que soy yo mismo y que tiene un efecto destructor. El judeocristianismo culpabilizarte es exactamente lo contrario de lo que descubrimos en el Dios bíblico.

¿Qué sabe del paraíso?

No hay descripciones, sólo imágenes. Tenemos una memoria de los muertos y eso, de alguna manera, les hace vivir, y para mí es una pista de que la vida del individuo va más allá de la muerte. Vivo gracias a todo lo que ha sido antes que yo y seguiré siendo después de mí. El más allá es el lugar en el que los muertos viven en la memoria de Dios, así entiendo la resurrección.

Al final todo se resume a un acto de fe.

En el Nuevo Testamento y etimológicamente, fe es confianza. Todo es una cuestión de confianza, no de creencia.

Confianza, ¿en qué?

Confianza en que lo que hago con mi vida no va a desaparecer. Pienso que la Iglesia debería poner de relieve la confianza en Dios, que es una confianza en la vida más que en dogmas que implican saber.

El Dios bíblico es justiciero y a menudo cruel.

Diluvios, castigos... son los actos que los seres humanos atribuyen a Dios en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo Testamento el amor de Dios es universal, ese es el cambio que se da con Jesucristo.

...

En el Génesis 9, Dios dice que con la humanidad quiere construir un mundo mejor, eso es lo importante, y es un Dios que no es perverso. Los relatos difíciles del Antiguo Testamento tienen que ser leídos con distancia. Me pregunto cómo hemos podido confundir a Dios con ese superpolicía interior.

¿...?

Cuando estamos juzgando, cuando hacemos del Juicio una noticia culpabilizadora, confundimos a Dios con ese juez interno, pero Dios no es ese juez interno.

¿El juez interno es nuestra ética?

Sí, es el superego que describen los psicoanalistas, pero no es Dios. Dios es liberador, no culpabiliza. La primera carta de Juan dice: "Si tu corazón te acusa, recuerda que Dios es más grande que tu corazón". Ya había comprendido antes que Freud que Dios no se puede confundir con el ego.

Dios, y nosotros, somos un misterio.

Así es, al intentar explorar mis caras oscuras, la sensatez lleva a reconocer que yo soy para mí mismo un misterio. Ese es un tema muy importante para mí.

Cuénteme.

Estamos convencidos de que conocemos a los demás, a nuestra pareja, a nuestros hijos... Y nos permitimos juzgarlos. Pero si digo "no, sólo Dios es el juez", reconozco que el otro es en parte un misterio para mí; está lo que conozco y hay otras cosas, a menudo esenciales, que no conozco.

Importante recordarlo, gracias.

Y también ocurre con nosotros mismos, hay muchas zonas oscuras que viven dentro de nosotros. ¿No le parece un regalo inesperado ver preservado ese misterio del ser?

Sí.

Contrariamente a lo que pensamos, dejar el juicio en manos de Dios es regalar al otro el hecho de que no pretendemos juzgarlo. ¡Un regalo magnífico!

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Frase del Dia



En Respuesta a los años de exito que vivió como cantante de Rock en España, Miguel Rios responde:


¿Añorará ahora todo eso?
No me gusta hacerme pajas sin correrme, que eso es la nostalgia: estoy en contra y la mantendré a raya. Me vienen ahora unos años que llenaré con otras cosas.